Autores: Sampsa Samila, profesor del IESE Business School, Iñaki Pertusa, Socio Director en Decidata
A medida que reabrimos nuestros negocios se plantea la necesidad de pensar en el futuro. Nos enfrentamos a una crisis económica que nos obliga a reducir costes y a administrar la liquidez. La supervivencia de la empresa depende de ello. Pero no se debe perder de vista la misión y la estrategia. Existe la tentación de realizar recortes generalizados, minimizando las inversiones, y así limitar las pérdidas. Pero las consecuencias podrían ser desastrosas. Es importante equilibrar el riesgo de invertir con el riesgo estratégico de no invertir. El dilema reside en que, si bien el riesgo financiero es fácil de cuantificar, el riesgo estratégico es más difícil de medir. No invertir ahora conducirá, sin duda, a una pérdida significativa de competitividad.
En la crisis actual la Inteligencia Artificial (IA) es una de las pocas áreas donde no se está recortando el presupuesto. Primero, porque la IA permite el uso eficiente de los recursos a través de la mejora de los procesos. Optimizar las operaciones y la cadena de suministro, eliminando las redundancias, es clave para reducir los costes de manera estratégica. Además, la IA facilita tomar decisiones más rápidas. Ante la incertidumbre, responder de manera ágil y precisa se vuelve fundamental. En el sector financiero, los hedge funds que usan IA en su operativa han sido capaces de adaptarse mejor. La IA aporta también un mayor conocimiento de los clientes, y su retención se perfila como una de las áreas clave en la gestión de la crisis. Aquellas empresas que sepan comprender a sus clientes, anticiparse a sus necesidades y adaptar su propuesta podrán servirles mejor y mantenerlos fidelizados. Por otra parte, la IA puede generar una barrera de largo plazo frente a los competidores. Si ayuda a atender mejor a los clientes, estos clientes volverán, generando en cada interacción más datos. Datos que los algoritmos de IA pueden utilizar para seguir mejorando el servicio y diseñar mejores productos, lo que atraerá a nuevos clientes que generan nuevos datos. Un ciclo virtuoso que permite construir una barrera frente a otras empresas. No realizar esta labor ahora generará una brecha difícil de cerrar más adelante.
Por arriesgado que parezca, es el momento de invertir. Invertir en herramientas y tecnologías que promuevan la eficiencia, la adaptabilidad y la ventaja competitiva. Sin embargo, aún más importante, es el momento de invertir en las personas. Es necesario ayudarles a desarrollar las habilidades y capacidades que serán esenciales en el nuevo mundo.
Según un estudio realizado por el IESE, existe una escasez manifiesta de directivos capaces de crear y capturar valor con IA. Es crucial desarrollar una comprensión de la IA desde el punto de vista de negocio. La aplicación de la IA en la empresa ha dejado de ser un reto tecnológico, para convertirse en un desafío de gestión.
Publicado en La Vanguardia, Junio de 2016